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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro

Al presidir este domingo la Misa del Domingo de Ramos, ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, especialmente jóvenes en ocasión de la 26° Jornada Mundial de la Juventud como antesala al encuentro de Madrid,



Benedicto XVI señaló que solo Cristo es capaz de elevar al hombre al amor, la verdad y la auténtica libertad de Dios, con lo que vence a las fuerzas del egoísmo, la mentira y el mal que "empujan hacia abajo" al ser humano.

     Benedicto XVI preguntó qué es lo que realmente hacemos cuando nos unimos a la procesión de aquellos que junto con Jesús subían a Jerusalén y lo aclamaban como rey de Israel y si es algo más que una ceremonia, que una bella usanza, si acaso tiene algo que ver con la verdadera realidad de nuestra vida, de nuestro mundo para explicarnos que, para encontrar la respuesta, es necesario aclarar ante todo qué es lo que quiere y ha hecho Jesús mismo.

     El Santo Padre explicó que “nuestra procesión de hoy quiere ser imagen de algo más profundo, imagen del hecho que, junto con Jesús, nos encaminamos en la peregrinación: por el camino alto hacia el Dios vivo. Se trata de esta subida. Es el camino al que Jesús nos invita. Pero, ¿cómo podemos nosotros mantener el paso en esta subida? ¿No sobrepasa quizás nuestras fuerzas?

     Continúo explicando que “los Santos Padres han dicho que el hombre se encuentra en el punto de intersección entre dos campos de gravedad y ante todo está la fuerza de gravedad que le atrae hacia abajo –hacía el egoísmo, hacia la mentira y hacia el mal; la gravedad que nos abaja y nos aleja de la altura de Dios. Por otro lado, está la fuerza de gravedad del amor de Dios: el ser amados de Dios y la respuesta de nuestro amor que nos atrae hacia lo alto.”

    “El hombre se encuentra en medio de esta doble fuerza de gravedad, y todo depende del poder escapar del campo de gravedad del mal y ser libres de dejarse atraer totalmente por la fuerza de gravedad de Dios, que nos hace auténticos, nos eleva, nos da la verdadera libertad.”

     Pero el Santo Padre recordó que “nosotros solos somos demasiado débiles para elevar nuestro corazón hasta la altura de Dios. No somos capaces. Precisamente la soberbia de querer hacerlo solos nos tira hacia abajo y nos aleja de Dios. Dios mismo debe elevarnos, y esto es lo que Cristo inició en la cruz. Él descendió hasta la extrema bajeza de la existencia humana, para elevarnos hacia Él, hacia el Dios vivo. Se hizo humilde… Solamente así nuestra soberbia podía ser superada: la humildad de Dios es la forma extrema de su amor, y este amor humilde atrae hacia lo alto”.

     “Nosotros subimos con el Señor en peregrinación hacia lo alto. Estamos en búsqueda del corazón puro y las manos inocentes, estamos en búsqueda de la verdad, buscamos el rostro de Dios. Manifestemos al Señor nuestro deseo de llegar a ser justos y le pedimos: ¡Llévanos Tú hacia lo alto!”, finalizó el Papa.

“¡Hasta Madrid, si Dios quiere!”
     Benedicto XVI sustituyó la acostumbrada meditación con la que suele introducir el Ángelus dominical, con una invitación en todos los idiomas de los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, a participar en la Jornada Mundial de la Juventud de este año.

     Terminada la Misa del Domingo de Ramos, el Papa se dirigió a los jóvenes procedentes de varios países del mundo, invitándoles a la JMJ Madrid 2011. “¡Hasta Madrid, si Dios quiere!”, les dijo el Papa.+

AICA -

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