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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Jesús y la Historia


El Evangelio no es una biografía de Jesús. Su objetivo (dar un testimonio para conducir al lector o al oyente a plantearse la cuestión: ¿Quién es este hombre?
Autor: André Manaranche | Fuente: Libro preguntas jóvenes a la vieja fe.



II. Tus preguntas sobre Jesús.

Jesús y la Historia

Hace algunos años, un sondeo afirmaba que, para el 50 por 100 de los franceses, Jesús era un personaje sobre el que sólo podemos saber que existió. Tú, en cambio, me preguntas:

« ¿Por qué Jesús se ha convertido en un punto de referencia en la historia?
-¿Es normal a nuestra edad plantearse preguntas sobre Jesús?
-¿Qué pensar de los milagros de Jesús?
-¿Qué es el Evangelio para usted?
-A su juicio, ¿Jesús es un impostor?»

Estas cinco preguntas plantean el problema de la historicidad de los cuatro Evangelios, del que intentaré darte un resumen progresivo.

1. Actualmente nadie niega ya la existencia de Jesús, que ha servido de punto de partida a nuestra era cristiana (los judíos dicen «era común» porque les molesta el adjetivo «cris-tiano», lo cual es perfectamente comprensible). Esta era tiene cuatro años de retraso porque el monje Dionisio el Pequeño se equivocó en sus cálculos. Los musulmanes utilizan también otro calendario que comienza en el 622, fecha de la égira, es decir, de la huida de Mahoma de la Meca a Medina.

Que los historiadores griegos y romanos apenas hablen de Jesús es una prueba más de su existencia, ya que en su tiempo era imposible detectar la presencia de un «perro judío», de un Israel minúsculo en la enormidad del imperio romano. Por otra parte, en el propio Israel proliferaban el falso mesías, que, de vez en cuando, alteraban la paz de los ocupantes romanos. En cambio, es normal que un historiador judío, contemporáneo de Jesús, Flavio Josefo, hable de Él en su libro «La Guerra de los Judíos ». Los mejores especialistas; entre ellos mi compañero André Pellegier, han establecido la autenticidad de un pasaje controvertido de su obra en el que hace alusión a Cristo y a su brillante reputación. Los demás historiadores, todos ellos más tardíos, sólo hablan de los discípulos de «Chrestos», perseguidos por los emperadores.

2. Los manuscritos más completos de los textos evangélicos se remontan al siglo IV, lo que no deja de ser sorprendente, ya que en todas las grandes obras literarias de la antigüedad la distancia entre el autor y las primeras huellas escritas de su obra es mucho mayor. Además, poseemos fragmentos de papiros del capítulo 18 de San Juan, del año 130. Conservamos también citas evangélicas en las obras de autores cristianos de los siglos II Y IlI. En lo que concierne, pues, a la tradición manuscrita, los evangelios ocupan una excelente, posición en relación con las demás grandes obras de la antigüedad.

3. Todas las disciplinas científicas han sido utilizadas para verificar la exactitud de lo que dicen los evangelios. No contrapongas, pues, la ciencia a la Biblia, porque hay una ciencia de la Biblia, e incluso varias. Los exégetas suelen ser auténticos sabios que, además de estar especializados en una determinada materia, tienen conocimientos de arqueología, de numismática, de tejidos, inscripciones, costumbres y, naturalmente, de lingüística. Si has visitado Tierra Santa, habrás visto excavaciones arqueológicas impresionantes que nos hacen remontar a los tiempos bíblicos más remotos, y, por supuesto, a la época de Jesús. Los judeo-cristianos, y después los bizantinos, construyeron santuarios, en los lugares venerados, ya fuese la casa de María en Nazaret o la de Pedro en Cafarnaúm. Otros sabios se dedicaron a estudiar las distintas maneras de crucifixión en tiempos de los romanos, o las diversas formas de enterrar pe los judíos, que confirman lo que nos dicen los textos sagrados.

Amigo mío, la Iglesia no tiene miedo al rigor científico. Pío XII no dudó en mandar hacer excavaciones bajo la basílica de San Pedro para verificar la existencia de la tumba de Pedro, que quedó así confirmada. Por su parte, Juan Pablo 11 ha querido someter el santo sudario de Turín a la prueba del carbono 14, y ya sabes que los tres laboratorios encargados de hacerlo han coincidido en fechar el tejido en torno al siglo xv. Acepto este veredicto. De cualquier manera, el sudario no es el fundamento de mi fe, aunque me emocionaba rezando ante él y lo sigo haciendo. Además, este análisis no invalida los hechos anteriormente por los sabios de la NASA en lo que concierne a los pólenes descubiertos así como a la imagen tridimensional y al origen no químico de la imagen (que parece que se debe a una radiación). Todavía estoy esperando que alguien me explique estos fenómenos, y, sobre todo, cómo se podía inventar un cliché negativo en pleno siglo xv...

4. La exégesis bíblica está todavía viciada por una serie de presupuestos, procedentes del siglo pasado, y que no tienen nada de científico. Numerosos sabios alemanes, pertenecientes a menudo al protestantismo liberal, basaron sus estudios en aprioris racionalistas que falsearon sus juicios. Para muestra, dos ejemplos. Estos exégeta s afirman: el milagro es imposible; luego los relatos de milagros han sido inventados por la comunidad cristiana primitiva; luego los evangelios son tardíos; y todo lo que es tardío es sospechoso. Señalan también que la profecía no existe; luego las que se encuentran en el texto han sido escritas después de que se hubiesen producido los acontecimientos anunciados; luego los evangelios son tardíos; y lo tardío es sospechoso. Postulan, asimismo, que los ministerios de la Iglesia son invenciones del catolicismo, que Jesús no ha podido crear, ni Pablo poner en funcionamiento en Corinto; luego las epístolas de la cautividad, que hablan mucho de los ministerios, no son de San Pablo; son, pues, más tardías; y lo tardío es sospechoso... Hoy, cada vez más exégetas denuncian estos presupuestos pseudocientíficos.

5. Así pues, el camino es estrecho y serpentea entre dos errores.

Por una parte, debes saber que:

a) el Evangelio no es una biografía de Jesús. Su objetivo (dar un testimonio para conducir al lector o al oyente a plantearse la cuestión: ¿Quién es este hombre? Lo que no quiere decir que un testimonio sea menos verdadero que una biografía.

b) el Evangelio no es un reportaje hecho por un periodista con una cámara y un magnetofón, para sorprender a Jesús e flagrante delito de existir y de actuar. Además, a una instantánea de este tipo le hubiera faltado profundidad. Reflexionando con posterioridad, San Juan no alteró nada. Tardío no quiere decir inexacto, sino más profundizado y reflexionado.

Por otra parte, es falso adjudicar todo el trabajo a la primitiva comunidad como si fuese una especie de comodín capaz de explicarlo todo.

a) En primer lugar, los sabios han rechazado la idea de que las obras de los grandes autores de la Antigüedad, Homero por ejemplo, son una creación colectiva. ¿Por qué el Evangelio tendría que ser la única excepción a esta regla?

b) Se le endilgan a la comunidad una serie de cosas que no quieren adjudicar a Jesús, como la institución de la Iglesia, la de los Doce Apóstoles o la de la Eucaristía. Todo esto habría aparecido más tarde para tapar un agujero, reemplazando la Iglesia al Reino que tardaba en llegar, o para crear un rito semejante al de los paganos (la misa). Pero estos aprioris son falsos. Los mismos protestantes han demostrado que la formación de la Iglesia no sólo coincidió con la época de Jesús sino que fue puesta en marcha por el propio Jesús. Probaron también que era imposible entender la Eucaristía si el mismo Jesús no la hubiese instituido, y descubrieron los sacramentos en el Evangelio de San Juan.

6. Hoy se percibe mejor la estrecha relación existente entre Jesús y los Evangelios.

a) El mismo Jesús dio a sus discípulos y a sus Apóstoles una formación inspirada en la tradición rabínica, con una manera de hablar que favorecía la memorización: frases cortas, juegos de palabras y juegos sonoros, técnicas pertenecientes todas ellas a la tradición oral. Muy pronto sus enseñanzas fueron puestas por escrito en forma de «fichas» más o menos grandes, en las que se inspiraron los evangelistas.

b) Por otra parte, el texto griego, que es nuestro texto actual, deja entrever, por sus giros incorrectos, que es la traducción de un original más antiguo, hebreo o arameo. Así pues, los evangelios se basan en testimonios semíticos (7: Así, en el cántico de Zacarías (1, 72-73), las tres palabras «salvación», «memoria» y «promesa» corresponden en hebreo a los nombres de tres personajes: Juan (Yahvé, salva), Zacarías (Yahvé se recuerda) e Isabel (promesa). Yendo hacia el portal, los pastores se dicen: «Vayamos a ver esta palabra» (Lucas 2,15), lo que no es correcto en griego, pero sí en hebreo, porque en esta lengua una palabra (dabar) es, ante todo, un acontecimiento que se contempla y no un discurso que se oye. Además, hay juegos de palabras que facilitan la memorización: «Con estas piedras (abanim), Dios puede hacer hijos (banim) de Abrahán» (Lucas 3,8). Etcétera.

En cualquier caso, Lucas nos advierte que él ha utilizado fuentes de primera mano (Lucas 1,1-4).

c) Se ha rehabilitado, sobre todo, el Evangelio de Juan, que, a principios de siglo, pasaba a ser una meditación piadosa escrita al final del siglo n. Ahora bien, los papiros encontrados en Egipto obligan a situar su composición antes del año 100. Y los descubrimientos del Qumran, en el desierto de Judea, permiten relacionado con la tradición judía, lo que, por otra parte, reconocen los mismos judíos. Además, Juan demuestra en cantidad de detalles que conoce perfectamente aquello de lo que habla. Incluso relata tradiciones desconocidas para los demás evangelistas, y la fecha que asigna a la Cena parece muy plausible. «Si Jesús hubiera podido leer el cuarto Evangelio, concluye P. Dreyfus, hubiera dicho: "soy yo".» ´

7. Hoy existe una tendencia que consiste en volver a fechar el Nuevo Testamento, es decir, en situar los Evangelios más próximos a Jesús. Se trata de un asunto que hay que seguir estudiando, pero:

a) Esa no es una razón suficiente para excitarse y dar a la disputa una vertiente política, como sucede en Francia.

b) Tampoco hay que exagerar y remontar demasiado las fechas, como si se quisiesen convertir los textos en un reportaje.

c) No hay que caer en el razonamiento del adversario. Hace algunas décadas se decía que una fecha tardía convertía en sospechoso al testimonio. Por eso, hay hoy algunos que fechan los Evangelios lo más cerca posible de Jesús, para demostrar así su autenticidad. Pero el error es el mismo en ambos casos: la proximidad del escrito y del acontecimiento no establece la verdad del acontecimiento, así como la distancia entre ambos no significa una menor autenticidad. Un reportaje inmediato puede ser falso o simplemente superficial; en cambio, una mediación más alejada puede ser más justa y más profunda.

8. Además, no olvidemos a San Pablo, cuyas cartas, redactadas a partir del año 50, son anteriores a los textos evangélicos que poseemos. Pablo es un puente fundamental entre Jesús y la Iglesia. Hacia el año 57 recuerda a los Corintios lo que les ha enseñado algunos años antes (hacia el 51), durante la fundación de su Iglesia: una doctrina que él mismo había recibido de los Apóstoles en el momento de su conversión (hacia el año 37), y que éstos habían a su vez recibido del mismo Señor, cuyos testigos habían sido. Esta doctrina es la Eucaristía (1 Corintios 11,23). ¡De esta manera, estamos conectados directamente con el acontecimiento, y en un tiempo récord! Además, reconocemos en los escritos paulinos la misma fe que la nuestra de hoy, aunque en la actualidad esté más desarrollada. Por eso, un teólogo protestante se ha atrevido a decir que, en el espacio de dos décadas, han pasado más cosas en la Iglesia que en los siete siglos anteriores. ¡Algo extraordinario!

Por otra parte, fíjate bien en que Pablo no se hace pasar por el Buen Dios. En determinados momentos nos dice: «Os he transmitido lo que yo mismo he recibido» (1 Corintios 15,3). «He recibido del Señor lo que a mi vez os he transmitido» (1 Corintios 11,23). En otro momento, precisa: «Por lo que se refiere a las vírgenes, no recibí orden del Señor, pero os doy mi parecer como un hombre que, por la misericordia del Señor, merece confianza (1 Corintios 7,25). El Apóstol juega, pues, claro y sin mezclar unas cosas con otras: lo que procede directamente de Cristo y lo que procede de él. ¡Es digno de todo crédito!
Discúlpame, amigo mío, por estas páginas un poco densas, que tal vez tengas que releer con más tranquilidad y haciéndote ayudar por alguien competente. Pero no podía ser más breve si quería responder a tu pregunta. Es bueno que, al menos una vez en tu juventud, te des cuenta de la seriedad de nuestra fe. Dicho esto, te invito a que leas con cariño y con toda confianza la Escritura. ¡ el novio no lee la carta de su prometida haciendo un estudio de su estilo, y todavía menos buscando las faltas de ortografía!

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