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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Testimonio: GRACIAS JESÚS, POR NO SOLTARNOS LA MANO

Esta carta es para contarle las cosas hermosas que me pasaron en la vida desde que voy a sus misas.
Hace poco más de 2 meses atrás, mi vida era un caos. Todo me salía mal. Me pasaban cosas horribles que no podía resolver.
P. estaba enfermo y con un tratamiento de 6 meses por delante para que le den el alta. Yo estaba sin trabajo. Deambulaba por el mundo y no le encontraba la salida a las cosas.

Mi amiga M., de Córdoba, me había dicho hace tiempo que vaya a sus misas. Pero como la negación es muy grande, por una cosa o por otra nunca lo hacía. En ese momento le decía:
“dejame de hinchar vos con tu Jesús”.
Hasta que un día, que sólo Dios sabe porqué fue ESE día. Decidí llamarlo por teléfono. Usted me dijo: "C., venite a la misa el Sábado, te va a hacer bien". Cuando corté la comunicación, no podía creer que aún faltaran 15 días para la misa. En nuestra charla, algo había cambiado en mí. Yo estaba completamente segura que ir a la misa me cambiaría la vida.
Por fin llegó el día. Fui bien tempranito para poder sentarme adelante. Con toda la Fé del mundo. Sabía que ese día comenzaba otra vida para mí. Apenas comenzamos con el rezo del Rosario, empecé a llorar. Dicen que eso sucede cuando uno esta sanando. Es imposible describir con palabras lo que sentí en la misa. Tanta emoción junta. Me sentía tan culpable por no haber tomado ese camino antes. Ahí me dí cuenta que no había otro camino, que ESE era el camino y que Jesús no me había abandonado nunca, Lo único que me pedía era oración.
Esa noche salí de la misa distinta, era otra persona. Hubo cambios que fueron de inmediato, otros fueron sucediendo con el correr de los días.
Lo primero que noté es que ya no tenía tantos pensamientos negativos. No elevaba la voz para hablar. Hablaba pausado y caminaba tranquila. Sabía que había dejado todo en manos de Jesús y que con Él, todo lo podía lograr. Estaba tranquila, en paz.

Los que me conocen, notaron enseguida ese cambio en mí. Tan positiva, tan llena de Fé.
Luego, fueron sucediendo otros cambios:
A la semana siguiente llevé a P. al pediatra y le dio de alta. Había estado internado por malnutrición. El tratamiento era de 6 meses, pero a los dos meses de haberlo iniciado, yo salía con mí hijo de la mano con un papelito que decía "dado de alta". Jesús nos llevaba de la mano, aunque nadie me crea, yo lo sentía.
Pasó un mes y volvía la misa, esta vez con P.. Agradecí por su salud y le pedí a Jesús un trabajo. Nuevamente salí con una sensación de paz imposible de describir.
A la semana siguiente me llamaron de un trabajo, a las 48 hs ya estaba trabajando. Y ahí estoy. Feliz de la vida, no sólo tengo trabajo, sino que trabajo de lo que me gusta, de lo que estudié y de lo que siempre quise hacer.
La verdad que todo esto es muy difícil de explicar. Solo puedo resumirlo a una palabra: FE.
Me cambió estructuralmente la vida. De repente, todo comenzó a encamìnarse. Hacía 2 años y medio que no encontraba el camino, que estaba sin trabajo, con problemas de salud, de dinero, con el ánimo por el piso. Y de repente, todo es distinto, todo es positivo. Y todo esto se lo debo al Padre Fabián, que me tuvo mucha paciencia y con mucho amor me guió hacia Jesús.
Estoy eternamente agradecida a Jesús, al Padre Fabián, y a todos sus colaboradores que nos brindan todo el apoyo.
A veces cuando lo cuento a mis conocidos se piensan que estoy loca. Que "me lavaron la cabeza los evangelistas”, etc etc.
Yo les explico que no, que Jesús está siempre con nosotros. Que los tiempos de Jesús no son los mismos que los nuestros. Que Jesús hace maravillas en nosotros. Y que Dios es muy bondadoso. Pecamos todo el tiempo y así y todo el nos da vida a diario. Lo único que nos pide, es una oración. Tan sólo eso.
Yo todas las mañanas rezo el rosario cuando voy en eI colectivo. Pongo todo en manos de Jesús y me quedo tranquila, si Él está conmigo, nada malo puede sucederme.

Cuando vamos con P. a la iglesia a 'saludar a Jesús” o rezamos por la noche, siempre decimos lo mismo: GRACIAS JESÚS, POR NO SOLTARNOS LA MANO. GRACIAS PADRE PABIÁN, POR GUIARNOS EN ESTE CAMINO.
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