El domingo, mientras estaba en misa, senti, en mi corazón, que debía contar esto:
Hace 8 años atrás, yo estaba atravesando una de las peores etapas de mi vida, separación de mi pareja, enferma con hemorragias, me quede sin casa, con 3 hijos, ya que el que alquilaba era mi compañero.
En verdad, desesperada.
Un día pasé por la parroquia San Agustín y fui a orar allí. Cuando entré , y vi a la Virgen, me puse a llorar, no paraba de hacerlo, mientras la miraba, lloraba, no se cuanto tiempo estuve así.
No podía creer que la Madre del cielo, fuera mi Madre también, nunca lo había sentido así, senti su amor, su protección, su ternura, que comprendía todo lo que me pasaba. Fue maravilloso sentir su presencia.
Comencé a ir casi todos los días, me ponía frente a ella y hablaba con la Virgen, le contaba todo lo que estaba viviendo, ella paso a ser mi amiga. Si las personas supieran que bien se siente uno, lo harían sin perder el tiempo.
Luego, vino usted, y comenzó con las misas para los enfermos y afligidos, de sanación. Yo tenía tanto para sanar, no tenía ni idea todo lo que tenía dentro mío que estaba mal, y que me alejaba de Dios.
Un día el doctor E., me dijo que había que vaciarme, estaba llena de fibromas, pequeños, pero llena, y por eso las hemorragias y debido a éstas, la anemia, decaimiento y demás, diciéndome que había que vaciarme si o si, yo no quería, tenía 38 años y tenía miedo, mucho miedo y no era momento con todo lo que estaba viviendo.
Empecé a ir a las misas, no faltaba ni una, y tambíén los domingos, ya que había dejado de ir. Estaba mucho mejor de ánimo. Al poco tiempo, una compañera de UTU - yo estaba estudiando de noche allí - me dijo que tenía un apartamento para alquilar, y super barato, cerca de la UTU, yo no podía creer. Fui y arreglamos, ese mismo día fui corriendo a darle gracias a la Virgen , a Dios.
Seguía sin faltar a misa, en una de ellas, siento la gran necesidad de confesarme, y pensé: si le cuento todo lo mal que he hecho en estos años al sacerdote, me va a echar. Así que no fui, pero esa idea seguía en mi mente, permanentemente, y aunque había ido de muy pequeña a la iglesia, habían sido muchos los años de alejamiento.
Un día me decidí , fui a confesarme. Pobre sacerdote, era usted, me escuchó una hora o más. Ese día me reencontré verdaderamente con Dios, un Dios bueno, justo y misericordioso, ¡¡¡que alivio!!!!
Después de la confesión fui a otra de las misas de sanación, y en un momento, usted dice, el Señor esta sanando, y dio mi descripción, no sólo había perdonado mis atrocidades sino que me sanaba.
Las hemorragias pararon inmediatamente, y a la semana siguiente fui al médico, me mandó otros análisis, ecografía, y sabe que?, NO TENIA NADA. EL MÉDICO NO PODÍA CREERLO.
Cambie de médico, el no entendió nada, nunca más volvieron a aparecerme y quiero que conste que no tomé medicación y que desaparecieron de una, todos los fibromas y las hemorragias y mi anemia, aunque nadie me crea.
Gracias a Dios, gracias a la Virgen, gracias a la misa, gracias a los sacramentos, gracias a los sacerdotes, empecé a tener una vida más sana , a poder comulgar, a entender lo que el pecado había hecho en mi vida, por eso todos los días en mi oración no dejo de pedir que jamás nada ni nadie, me aleje de todo eso, porque ME DEVOLVIO A LA VIDA.
Y sigo como siempre, yendo a hablar con la Madrecita Santa del cielo, la Virgen de la Medalla Milagrosa allí. No me desampara jamás.
GRACIAS. L.A.
Pido perdón por haber demorado tanto en dar mi testimonio.
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