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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Lectio Divina. 33o. Domingo del Tiempo Ordinario


Oración con el Evangelio. Ciclo A.
1. INVOCA



  • Orar no es: acordarme de Dios solamente de vez en cuando.



  • recitar y recitar largas oraciones, de memoria o de algún libro;



  • rezar durante un tiempo y olvidarme después;



  • ponerme en comunicación con Dios pensando que soy yo el que tengo que hablar;



  • poner todo mi esfuerzo para comunicarme con Dios como si todo el éxito dependiera de mí.



  • Invoquemos al Espíritu, que nos descubre el sentido de la Palabra: Veni, Sancte Spiritus

    Ven, Espíritu Santo,
    te abro la puerta,
    entra en la celda pequeña
    de mi propio corazón,
    llena de luz y de fuego mis entrañas,
    como un rayo láser opérame
    de cataratas,
    quema la escoria de mis ojos
    que no me deja ver tu luz.

    Ven. Jesús prometió
    que no nos dejaría huérfanos.
    No me dejes solo en esta aventura,
    por este sendero.
    Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
    mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
    Te necesito en mi noche
    como una gran tea luminosa y ardiente
    que me ayude a escudriñar las Escrituras.

    Tú que eres viento,
    sopla el rescoldo y enciende el fuego.
    Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
    Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
    Tengo las respuestas rutinarias,
    mecánicas, aprendidas.
    Tú que eres viento,
    enciende la llama que engendra la luz.
    Tú que eres viento, empuja mi barquilla
    en esta aventura apasionante
    de leer tu Palabra,
    de encontrar a Dios en la Palabra,
    de encontrarme a mí mismo
    en la lectura.

    Oxigena mi sangre
    al ritmo de la Palabra
    para que no me muera de aburrimiento.
    Sopla fuerte, limpia el polvo,
    llévate lejos todas las hojas secas
    y todas las flores marchitas
    de mi propio corazón.

    Ven, Espíritu Santo,
    acompáñame en esta aventura
    y que se renueve la cara de mi vida
    ante el espejo de tu Palabra.
    Agua, fuego, viento, luz.
    Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)



    2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Mt 25, 14-30) (Qué dice la Palabra de Dios)

    Contexto litúrgico





  • Estamos terminando el año litúrgico y las lecturas de la Palabra (2ª lectura y evangelio) nos hacen mirar al futuro, a la parusía. Para que desde ese futuro de gloria que esperamos, también nos animemos a prepararlo debidamente.

    Contexto bíblico




  • Esta parábola forma parte de las tres que Mateo nos describe para indicar que:



  • hay que estar preparados siempre y aprovechar el tiempo y los talentos.



  • El evangelio de este domingo, la parábola de los talentos, pone el acento en la responsabilidad y la fidelidad del creyente para ir preparando el futuro de gloria .



  • Tiene dos partes: una de aprobación y de felicitación, la otra de reprobación.

    Texto

    1. Te felicito, criado bueno y fiel (vs. 21 y 23)





  • Jesús quiere inculcar a sus discípulos la fidelidad. La vigilancia no es sólo una actitud moral. Es todo un estilo de vida, de confianza y de fidelidad al Señor. A diferencia de los fariseos que confiaban en sus propias obras, por las cuales Dios “les tenía que premiar”.



  • La “enhorabuena” que el propietario da a sus dos criados se debe a que han sabido “sacar provecho” de los talentos otorgados para su productividad.



  • Nuestro Dios nos regala la vida, el tiempo, las cualidades, para que realicemos buenas obras, no para que las enterremos. Y así no sirvan para el bien propio y ajeno.



  • La fidelidad se va demostrando poco a poco: Como fuiste fiel en lo poco (vs. 21 y 23).



  • La verdadera relación del hombre con Dios no se basa en el temor, sino en el amor. Desde esta perspectiva, el discípulo de Jesús ha de enfocar toda su persona y actividad.



  • El Señor reconoce siempre nuestros esfuerzos por responder a los dones que Él gratuitamente nos regala. La gratuidad de su amor supera las posturas de nuestro egoísmo.



  • La fe no es algo que se guarda en una caja fuerte para el disfrute de quien la posea. Es, sobre todo, donación, entrega y amor al hermano, sobre todo, al necesitado.



  • La aprobación y la felicitación del Señor al que sabe fructificar los talentos a favor de los demás es el reconocimiento a una tarea realizada con responsabilidad y entrega.

    2. Criado miserable y perezoso (v. 26)




  • El reproche llega porque este criado no cultivó sus cualidades y talentos al servicio de los demás. El Padre ha puesto sus dones en nuestras manos para que, en la medida en que los orientamos al servicio de los otros, vayamos también nosotros creciendo y madurando para el Reino.



  • La vida, regalo permanente de Dios, no la podemos enterrar, no la podemos dejar estéril, sin dar frutos. El Señor confía en nosotros para que también compartamos nuestros dones, los que Él nos regala y que nosotros los ponemos a producir en beneficio de otros.



  • No somos propietarios de nuestras cualidades. Sólo somos administradores. Nuestro punto de mira no está en el beneficio y la seguridad propia. Porque el don que no se comparte es un don enterrado.



  • Moneda que está en la mano / quizá la puedas guardar; / la moneda del alma / la pierdes si no la das (A. Machado). Al atardecer de la vida nos examinarán del amor (San Juan de la Cruz). Al final de la vida, me preguntarán qué has hecho. Y yo abriré mis manos vacías y mi corazón lleno de nombres (Pedro Casaldáliga).


    3. MEDITA (Qué me/nos dice esta Palabra)




  • Somos administradores, criados, empleados, no dueños, de los dones que el Señor nos regala. Y los tenemos que administrar en bien de los demás. Sólo así podremos también nosotros ser los beneficiados.



  • Somos colaboradores del Reino. El Señor nos ha incorporado a su tarea. Desde el principio, quiso Dios que el ser humano colaborara en la obra de la creación. Y Jesús nos ha elegido como apóstoles de su Evangelio.



  • Esta parábola es una llamada a la responsabilidad. Dios pone su confianza en cada persona. Sólo en esa confianza podremos ser responsables. No se trata de “ganar méritos”, sino de “responder” a los dones que el Señor nos da gratuitamente.



  • El miedo a la propia responsabilidad y el miedo al Señor nos paralizan. Dios es Amor y cada uno debe abrirse a esa donación del Amor misericordioso y compasivo.


    4. ORA (Qué le respondo al Señor)




  • Quisiera, Señor, ser fiel a lo que constantemente me regalas, a la entrega generosa de tu Amor que me lo manifiestas en tu Hijo Jesús.



  • Gracias, Padre, porque confías en mí. Así quisiera también confiar yo en Ti, aunque mis limitaciones me dominen con frecuencia.



  • Que yo ponga mi tiempo y cualidades al servicio de los demás sin esperar recompensa. Que sepa cultivar los dones y cualidades, regalo de tu Amor, para que otros puedan sentir tu confianza en ellos.


    5. CONTEMPLA




  • Al Padre que siempre es generoso y derrama abundantemente sus dones.



  • A Jesús, que es el mejor regalo que el Padre pone en nuestras vidas.



  • A ti mismo, que reconoce y agradece la generosidad del Padre y de Jesús.


    6. ACTÚA




  • Que resuene en mi interior la aprobación del Padre a mi conducta: Te felicito...



  • Tu Palabra me da vida, confío en Ti, Señor.

    Fuente: Catholic.net





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  • P. Martín Irure

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