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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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El sacerdote: confesor y director espiritual, ministro de la misericordia divina - Presenteción






Acogiendo con intensa motivación la llamada del Santo Padre y traduciendo su intención profunda, queremos ofrecer este material, fruto maduro del Año sacerdotal. Congregación para el Clero, 9 de marzo de 2011
Autor: Congregación para el Clero | Fuente: Clerus.org


Presentación

EL material  se irá publicando día por medio para permitir un fácil acceso a los buscadores. « Es preciso volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Eucaristía » [1] .

Con estas palabras, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigía durante el reciente Año sacerdotal a los confesores, indicando a todos y cada uno la importancia y la consiguiente urgencia apostólica de redescubrir el Sacramento de la Reconciliación, tanto en calidad de penitentes, como en calidad de ministros.

Junto a la Celebración eucarística diaria, la disponibilidad a la escucha de las confesiones sacramentales, a la acogida de los penitentes y, cuando sea requerido, al acompañamiento espiritual, son la medida real de la caridad pastoral del sacerdote y, con ella, testimonian que se asume con gozo y certeza la propia identidad, redefinida por el Sacramento del Orden y que nunca se puede limitar a mera función.

El sacerdote es ministro, es decir, siervo y a la vez administrador prudente de la divina Misericordia. A él queda confiada la gravísima responsabilidad de “perdonar o retener los pecados” (cfr. Jn 20, 23); a través de él, los fieles pueden vivir, en el presente de la Iglesia, por la fuerza del Espíritu, que es el Señor y da la vida, la gozosa experiencia del hijo pródigo, el cual, cuando regresa a la casa del padre por vil interés y como esclavo, es acogido y reconstituido en su dignidad filial.

Donde hay un confesor disponible, antes o después llega un penitente; y donde persevera, incluso de manera obstinada, la disponibilidad del confesor, ¡llegarán muchos penitentes!

Redescubrir el Sacramento de la Reconciliación, como penitentes y como ministros, es la medida de la auténtica fe en la acción salvífica de Dios, que se manifiesta con más eficacia en el poder de la gracia que en las estrategias humanas organizadoras de iniciativas, incluidas las pastorales, que a veces olvidan lo esencial.

Acogiendo con intensa motivación la llamada del Santo Padre y traduciendo su intención profunda, queremos ofrecer con este material, fruto maduro del Año sacerdotal, un instrumento útil para la formación permanente del Clero y una ayuda para redescubrir el valor imprescindible de la celebración del Sacramento de la Reconciliación y de la dirección espiritual.

La nueva evangelización y la renovación permanente de la Iglesia, semper reformanda, obtienen dinámica linfa vital de la santificación real de cada miembro; santificación que precede, postula y es condición de toda eficacia apostólica y de la invocada reforma del Clero.

En la generosa celebración del Sacramento de la divina Misericordia, cada sacerdote está llamado a hacer experiencia constante de la unicidad y de la indispensabilidad del Ministerio que se le ha encomendado; esta experiencia contribuirá a evitar esas “fluctuaciones de identidad”, que no pocas veces caracterizan la existencia de algunos presbíteros, favoreciendo el estupor agradecido que, necesariamente, colma el corazón de quien, sin mérito propio, ha sido llamado por Dios, en la Iglesia, a partir el Pan eucarístico y a dar el Perdón a los hombres.

Con estos deseos encomendamos la difusión y los frutos del presente material a la Santísima Virgen María, Refugio de los pecadores y Madre de la divina Gracia.

Vaticano, 9 de marzo de 2011
Miércoles de Ceniza

Mauro Card. Piacenza
Prefecto

X Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo tit. de Alba marítima
Secretario




ÍNDICE GENERAL
El material  se irá publicando día por medio para permitir un fácil acceso a los buscadores.


Presentación

Introducción: Hacia La Santidad [1-6]

I. El ministerio de la penitencia y de la reconciliación en la perspectiva de la santidad cristiana 

1. Importancia actual, momento de gracia




  • Una invitación urgente [7-8].



  • La misión de Cristo operante en la Iglesia [9-11].



  • Abrirse al amor y a la reconciliación [12-13].



  • El testimonio y la dedicación de los pastores [14-18].



  • El ejemplo del Santo Cura de Ars [19-20].



  • Ministerio de misericordia [21-23].
  • 2. Líneas fundamentales




  • Naturaleza del sacramento de la penitencia [24].



  • Celebración pascual, camino de conversión [25-27].



  • En el camino de santidad [28-31].



  • Un misterio de gracia [32-35].
  • 3. Algunas orientaciones prácticas




  • El ministerio de suscitar las disposiciones del penitente [36-40].



  • Celebración litúrgica [41-43].



  • Las normas prácticas establecidas por la Iglesia como expresión de la caridad pastoral [44-47].



  • Orientar en el camino de santidad en sintonía con la acción del Espíritu Santo [48-50].



  • Disponibilidad ministerial y acogida paterna [51-57].



  • Una formación renovada y actualizada de los sacerdotes para guiar a los fieles en las diversas situaciones [58-60].



  • Nuevas situaciones, nuevas gracias, nuevo fervor de los ministros [61-63].

  • II. El ministerio de la dirección espiritual

    1. Importancia actual, momento de gracia




  • Itinerario histórico y actual [64-65].



  • Formación sacerdotal para este acompañamiento [66-69].



  • Dirección espiritual y ministerio sacerdotal [70-73].



  • La dirección espiritual que reciben los ministros ordenados [74-76].
  • 2. Líneas fundamentales




  • Naturaleza y fundamento teológico [77].



  • Objetivo específico [78-80].



  • Dinamismo y proceso [81-83].



  • En todas las vocaciones eclesiales [84-86].
  • 3. Orientaciones prácticas




  • Itinerario o camino concreto de vida espiritual [87-97].



  • El discernimiento del Espíritu Santo en la dirección espiritual [98-100].



  • Cualidades del “director” [101-105].



  • Cualidades de quien es objeto de dirección espiritual [106-109].



  • Dirección espiritual del sacerdote [110-116].



  • La dirección espiritual en la vida consagrada [117-121].



  • Dirección de los laicos [122-124].



  • Armonía entre los diversos niveles formativos en el camino de la dirección espiritual [125-134].
  • Conclusión: «Que Cristo sea formado en vosotros» (Gal 4, 19) [135-140]. 

    Notas:

    [1] Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el XXI Curso sobre el Fuero interno organizado por la Penitenciaría apostólica, 11 de marzo de 2010.

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